Ise-Jingu

lunes, 8 de junio de 2009

Con base en casa de Hiroko en Nagoya, hicimos una excursión a los templos sintoístas de Ise-Jingu, los más sagrados de Japón, fundados en el año 4 a.c. Son dos Santuarios principales, Geku y Naiku, en honor a la diosa del sol, que se encuentran apartados uno del otro por kilómetros de frondosos bosques, y otros 123 santuarios más pequeños. Son de las pocas construcciones religiosas que no han tenido influencias de otros países asiáticos.

Para llegar hasta allí decidimos viajar una hora y media más de lo habitual y no tener que pagar el tramo que no pertenece al Japan Railway que no está cubierto por nuestro billete de interrail (Japan Rail Pass, muy recomendable si alguien quiere venir a Japón y moverse por el país, se puede comprar fuera de Japón para un periodo de entre una y cuatro semanas y, aunque la primera impresión es que es caro, no lo es para nada, los trenes aquí tienen precios desorbitados y con este billete se pueden coger todos trenes, en la ciudad, los cercanías y los de larga distancia, incluidos los rápidos, express y superexpress (estilo AVE), menos el Nozomi, el más rápido de todos; además de algunos buses y barcos). Pero así disfrutamos del paisaje y la gente local, observar a la gente es lo que más me gusta, y parece que también lo que más les gusta a ellos jaja.

Cuando salimos de la estación nos fuimos directos a la oficina de información para ver dónde podíamos alquilar una bici, mientras un japonés nos explicaba en inglés con acento de Tejas las bellezas del lugar, yo estaba más pendiente de encontrar un baño “western style” que de lo que nos estaba diciendo, así que dejé a Sebastian confraternizando con él mientras yo me colaba en un restaurante francés que si lo viese una abuelita francesa se sentiría orgullosa con la cantidad de flores que tenían pintadas las paredes y el mobiliario. Cuando volví a recogerle, el japo-yankee seguía con su retahíla de muletillas estúpidas y a mí ya me estaba empezando a tocar las narices, para rematar la situación parecía que Sebastian no entendía mis señales de por-dios-vámonos-de-aquí!!, cuál es mi sorpresa cuando me pide que le haga una foto con él, ¿con el petardo este? preguntaba yo inquisitivamente con la mirada… a lo que él me respondió: “luego te explico” (ah vale! que se quiere tener una foto para enseñarla en plan “el tío pesao de información”), pero no! resulta que era un colaborador de los guionistas de South Park, un tal Jun Nishimura, en ese momento entendí por qué me había caído gordo desde el primer momento.

Me voy por las ramas, volviendo a los santuarios, he de decir que llaman la atención por su extrema simplicidad, ya que no son más que estructuras de madera escasamente decoradas y rodeadas de exuberante naturaleza. Todos los caminos que llevan a los templos dentro de los santuarios están repletos de pequeños cantos rodados, cómo Hiroko me explicaría más tarde, es porque la religión budista tiende a la elevación de pensamientos y vivencias, y así el ruido de las piedras al caminar les trae de nuevo a realidad terrenal. Curioso.
Ambos santuarios son reconstruidos cada 20 años, de acuerdo con una ancestral tradición Shinto. En el año 2013 tendrá lugar la reconstrucción número 62. Lo que no sabíamos es que como ambos santuarios son considerados sagrados por los japoneses, está terminantemente prohibido tomar fotos en su interior y, claro, nos regañaron…

Alquilamos bicis para ir de uno a otro y de camino nos fuimos parando para observar lo que nos iba llamando la atención, dos de las mejores cosas fue un pequeño templo en el que no había ni un alma lleno de figuras de gatos sagrados con cascabeles y pergaminos, y las calles de Oharaimachi, el barrio (por traducir exactamente la palabra, pero está separado de todo por el bosque) más tradicional, cercano al santuario de Naiku, con calles de 1 km de largo que conservan edificios de estilo tradicional, y están llenos de negocios que han pasado de generación en generación y han subsistido por ser los responsables del avituallamiento de los peregrinos.

A la vuelta, ya cansados, preferimos pagar el suplemento del tramo que no cubría nuestro billete y llegar más rápido a casa de la familia de Hiroko, dónde nos estaba esperando un baño caliente tradicional japonés y una deliciosa cena a base de empanadillas chinas, sashimi y un sorprendente (por lo europeo) revuelto de trigueros con patata cocida y taquitos de jamón. La cena transcurrió con una interesante conversación en japonglés-alemañol sobre la cultura y tradiciones japonesas y le gran influencia que ejercieron los primeros extranjeros, portugueses y españoles, que llegaron a la Isla, en la comida y el lenguaje. .es que yo no paro de sorprenderme al encontrarme muchas palabras iguales o casi iguales que en español, por ejemplo pan=pan, escaleto=escalera… y algunas comidas que se parecen, aunque en este caso, a excepción del pan blanco, el parecido es remoto, porque han evolucionado en otra dirección condimentadas con especias que nosotros no tenemos.



En un momento cuando nos enseñaban fotos familiares, comenté que me encantan los Kimonos por su belleza y elegancia. Esta fue la señal para que la parte femenina de la familia se pusiera en acción, ofreciéndose a vestirme con uno de sus kimonos, ¡acepté encantadísima!. Así que ahí estuve, en medio de la habitación quietecita mientras Hiroko, su madre y su hermana sacaban el traje tradicional de unos lienzos dónde los guardan para que se conserven bien y me iban vistiendo, capa a capa, lazo a lazo, nudo a nudo… una me colocaba una parte, mientras otra preparaba el paso siguiente y la otra, gracias a dios, me abanicaba un poco, así hasta dejarme lista y guapa como una japonesita. Después se dedicaron a ponerme accesorios y a mover el mobiliario y a mí de un lado a otro para encontrar el fondo perfecto para las fotos, y yo seguía estando encantada ^_^

1 comentarios:

pa dijo...

si es que quien es guapa, lo es vestida de japonesita, de leona o de nuez..."por su belleza y elegancia", jajaja, dijiste eso??? :) Nuss!

un besito a ambos los dos

pa