Tras nuestro primer día en Tokio, Alan me preguntó qué es lo que más me había gustado, pregunta complicada de contestar por el embrollo cultural en el que te encuentras al principio, es todo nuevo, así que es complicado de analizar por partes, tras pensarlo un poco, lo que más me llama la atención es la gente, sin duda alguna.
Aunque sólo llevo un par de días aquí y sólo puedo hablar de lo que he visto en Tokio (que probablemente diferirá bastante de las ciudades pequeñas y los pueblos), creo que Japón es un país de grandes contrastes, por ejemplo, todos llevan uniforme para cualquier actividad grupal que realizan, colegiales, grupos de deporte, obreros…visten exactamente la misma ropa, con el mismo corte, los mismos complementos… pero luego, cuando se pueden vestir como quieren, cada uno tiene su estilo propio, y todos cuidan mucho su aspecto y su forma de vestir, aunque a nosotros como occidentales nos parezca una exageración, es indudable que se visten bien, en el sentido de que se toman mucho tiempo para arreglarse, hasta el mínimo detalle, con muchísimos complementos y accesorios, ponen gran dedicación en ello.
Me da la sensación de que la mayoría del tiempo son gente silenciosa y tímida, sin embargo, la ciudad es de lo más ruidoso que os podais imaginar. No sé cómo pueden soportarlo, nosotros estuvimos unos minutos en una de las calles más comerciales de Shibuya de buena mañana y casi me da algo, por no hablar del barrio tecnológico, miles de vendedores gritando por los micrófonos o con megáfonos, además de la músicas a todo trapo saliendo de las diferentes tiendas… y eso por no hablar de los salones de juego, hay locales de videojuegos por todas partes, y todo el mundo juega, desde los chavalines hasta los abueletes, son jugadores empedernidos, da igual el premio y da igual no ganar. El mejor reflejo de ello son las salas de Pachinko, cómo no pueden jugar por dinero, se han inventado unas tragaperras a las que se juega con bolitas de metal, que luego se cambian por premios. Al principio no conseguía entender lo que les incentivaba a jugar como locos durante horas acumulando cajas y cajas de bolitas (y no hablo de cajas de cerillas, sino que el tamaño estándar es de caja de zapatos), pero me he enterado que hay truco, y los premios que consiguen con las bolitas los pueden “vender” en otros establecimientos, así consiguen el dinero… aun así no me acaba de convencer, no paro de pensar cuanto Sushi podría comprar con el dinero que les cuesta cada caja de bolitas…
El servicio al cliente es lo mejor que he visto en mi vida, en la gasolinera no sólo vienen corriendo a llenarte el tanque, sino que te limpian los cristales y el salpicadero por dentro, y cuando terminas de repostar salen a la carretera a parar a los que vienen para que puedas salir, o en las grandes a decirte cuando puedes pasar. Y son increíblemente amables, no sólo por educación (algunos sí, claro, pero eso se nota). Por ejemplo ayer, cuando fuimos a sacar dinero para pagar el hotel, paramos a comprar un par de cervezas en un todo a 100 Yens (0,75 €) estábamos delante del refrigerador de bebidas intentando descifrar que era cada cosa, cuando una mujer de mediana edad se acercó y nos pregunto en un inglés pobre si nos podía ayudar, cuando empezamos a hablar con ella nos aclaró en japonglish que era cada cosa, cada uno esforzándose por hablar un poco el idioma del otro (voy haciendo progresos con mi japonés y aunque Sebastian dice que él no lo habla bien ja! no os creais una sola palabra, que yo estoy comprobando que sí, ya me gustaría a mí hablar así, por ejemplo, francés). La mujer nos insistía en que la licorería de al lado tenía muchas cervezas mucho mejores que lo que nosotros estábamos a punto de comprar, lo que ella no sabía es que hemos tomado prestado el lema que teníamos en nuestro primer interrail loretiano “cantidad sin calidad” y no queríamos gastarnos más de 100 yens. Así que ella se fue y nosotros nos compramos un par de cocktails, viendo que el resto no sabíamos muy bien cómo iba a resultar. Cuando salimos de la tienda, ella venía de la licorería, nos había comprado un pack de 6 cervezas muy buenas para que las probásemos e insistió en regalárnoslas!! después se fue tranquilamente por dónde había venido…me dejó alucinada.