Viajeros a la Pekinesa

viernes, 3 de julio de 2009

Comprar los tickets de Shanghai a Beijing no fue fácil, por suerte no había casi nadie en las taquillas de la estación, pero en la ventanilla para extranjeros la vendedora no hablaba inglés y tampoco entendía que necesitábamos a alguien con el que nos pudiésemos entender mínimamente, así que nos fuimos cambiando de cola en cola hasta dar con la vendedora que hablaba algo de inglés y conseguimos que nos vendiese dos billetes para el tren cama del día correcto, el problema surgió cuando nos dio a elegir la clase y nosotros no entendíamos la diferencia entre soft spleeper y hard sleeper y ella tampoco nos lo sabía explicar (que pasa que el que ronca paga más? o el que duerme profundamente paga menos??), así que elegimos hard spleeper porque costaba menos sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar.

Lo primero, una cantidad de gente increíble en la sala de espera desde donde se accede al tren, que pensamos que estarían esperando a más de uno, pero no, todos estaban para el mismo que nosotros y en cuanto abrieron las puertas se tiraron corriendo a ser los primeros en entrar como si fueran las rebajas. Después, un vagón cama separado por compartimentos sin puerta dentro de cada uno de los cuales había 2 literas de tres camas cada una. Eso era el hard sleeper famoso. Pues oye, tuvimos suerte con nuestros 60 compañeros de cuarto y, Sebastian ayudado por sus inseparables tapones para los oídos, dormimos como angelitos hasta llegar a Beijing.

Una vez allí, tras coger el metro en dirección equivocada y pasarnos casi una hora dando vueltas buscando el albergue por un Huton (barrio tradicional pekinés de casas bajas y calles estrechas) completamente en obras y no encontrarlo, estábamos hartos y hambrientos, así que nos decidimos por un hotel pequeñito con buena pinta, barato, limpito, apañado y céntrico.

Después de descansar, ducharnos y comer algo en un restaurante de por ahí cerca, nos fuimos a dar una pequeña vuelta tranquila para emplear bien la tarde y ver algunas cosas interesantes, aprovechando que estábamos al lado de la famosa plaza de Tian’anmen.

Cuando llegamos allí había un montón de gente apiñada haciendo videos y fotos, nosotros empezamos a cotillear para intentar averiguar qué estaba pasando, cuando tres amables estudiantes de viaje de graduación por China comenzaron con nosotros una alegre conversación en inglés y nos explican que la acumulación de gente es para ver el cambio de guardia, “como en Buckingham Palace!” nos dice uno…si, si, lo mismito…

Después de hablar un rato y hacernos miles de preguntas, nos invitan a ir con ellos por ahí a tomar algo. A nosotros nos parece algo raro por demasiado espontáneo, pero tampoco podíamos hablar realmente entre nosotros porque nos tenían metidos en conversaciones diferentes y no daban opción, así que por aquello de no ser maleducados y de conocer a gente del país con la que charlar sobre la cultura, tradiciones y diferencias, nos fuimos con ellos. Nos llevaron hasta una habitación privada en una casa de té y allí nos ofrecieron a elegir bebidas: cerveza, té o quizá la ceremonia de té tradicional. No sabíamos bien, el té de aquí no nos deja dormir por las noches, pero cuando se lo comentamos nos aseguraron y reaseguraron que ninguno tenía teina y que eran todos muy suaves, nosotros a esas horas preferíamos una cerveza, claro, pero ya que estábamos en una casa de té...con chinos... que insistían tanto... dijeron que lo más normal era la ceremonia de té porque así podíamos probar un poco de cada uno, así que aceptamos. Nos trajeron como complemento un plato con fruta y una cestita de patatas fritas dulces.

La velada siguió animada mientras una chinita nos iba haciendo té tras té contándonos las miles de propiedades benéficas y dándonos un dedal de cada uno a probar, 11 tipos en total. Y, cómo no, cuando terminó el asunto, la chinita intentó vendernos unas cajitas muy monas de té, a lo que nosotros fácilmente respondimos que no podíamos comprar nada porque entonces tendríamos que cargarlo por media Asia, pero uno de nuestros acompañantes sí que compró una.

La sorpresita, que en realidad no lo era para nada porque ya nos lo olíamos y habíamos comentado la posibilidad brevemente entre nosotros en alemán (porque seguían con la técnica de aislarnos en dos conversaciones diferentes), vino con la cuenta... 230 €!!! La idea que tenían es que nosotros les invitásemos, aquí a veces hacen fácilmente el símil turista blanco=rico, pero cuando vieron cómo se nos tornaba la cara de ‘blanco rico’ a ‘morado cabreado’ nos ofrecieron dividir la cuenta entre los 5 (incluida en la repartición la cajita de té del chico). Pretendían que pagásemos, por haber bebido y comido el equivalente a una taza grande de té y una naranja, 45€ cada uno!! Así que la broma nos salía a 90€, para que os hagáis una idea, la habitación del hotel con baño nos cuesta 8€ la noche, y cuando salimos a comer nos gastamos unos 3,5€ en total con bebida incluida. Ahí ya nos dimos cuenta de que somos unos pardillos y que había sido una trampa para timarnos. Así contado, se espera desde el minuto uno, pero aunque nosotros lo intuimos tímidamente cada uno por separado desde el principio, el hecho es que lo hicieron muy bien y lo de que nos tuviesen ocupados con la conversación y no nos dejasen hablar entre nosotros funcionó también muy bien.

El caso es que al final no salimos muy mal parados, porque nos pusimos a discutir con ellos y a decirles que eso era claramente un timo y que estaban todos compinchados, y ellos en sus trece de que no, que es lo normal para la cultura china del té y que nosotros como europeos no sabíamos valorarlo y blablabla... Por suerte, llevamos todas nuestras cosas en monederos interiores, así que les dijimos que cuando se encontraron con nosotros sólo habíamos salido a pasear y no llevábamos casi ningún dinero encima y ninguna tarjeta (hasta nos dijeron que podíamos pagar en euros, dólares o yenes japoneses), y olé! por Sebastian, que me dejó flipada, sacó lo que tenía en el bolsillo, simuló que se le caían un par de monedas al suelo para esconderse en la zapatilla un par de billetes, y se levantó diciendo que lo único que teníamos eran los billetes que tenia él en la mano. Tras mucho discutir, proponerles que llamásemos a la policía a ver que opinaban ellos (a lo que no dijeron ni mu, claro, aunque nosotros también preferíamos que no viniesen porque no sabíamos si no sería peor el remedio que la enfermedad), nos dijeron que nos acompañaban al hotel para que les diésemos el resto del dinero, pero cuando les dijimos que estaba a 25 minutos de allí andando y que si pretendían que cogiésemos un taxi tendrían que pagarlo ellos, nos dijeron que les diésemos la dirección de nuestro hotel para pasarse después. Evidentemente no queríamos darles nuestros datos ni de coña, pero no veíamos la forma de salir de la casa de té, y pensando en la conversación que habíamos mantenido con ellos, nos habían preguntado ya todos los detalles que necesitaban: dónde nos alojábamos exactamente, qué íbamos a visitar los días siguientes, cuáles eran nuestros próximos destinos en China… por suerte, yo soy reacia a dar todos mis datos por las buenas y en ese momento no les di el nombre de nuestro hotel sino el de un albergue cercano, y tampoco les habíamos aclarado nuestros planes para la ciudad los días siguientes. Así que les dimos un hotel y un nombre falso y nos fuimos de allí sanos y salvos con sólo 11€ menos.

Pero bueno, algo hemos aprendido con esto, eso seguro!!! por lo menos, a preguntar SIEMPRE el precio de todo! (Se me había olvidado contar que cuando ya habían pedido y estábamos enfrascados probando tés, sin que nos diesemos mucha cuenta, otra camarera entro al cuarto a colgar un cuadro, que resultaria ser la lista de precios...)

4 comentarios:

José Guisasola dijo...

Viejo probelvio chino: Cuando veas a un chino amable en demasía, desconfía, desconfía............

tcb dijo...

Otro ploverbio: "La mejor manera de evitar que un tigre te devore es montarte sobre él" Me lo regalaron hace unos días y... ¡hace efecto!. Estáis guapos en las fotos, el dulce y luminoso Sebastian un poco gordo y borroso, pero mejorará en cuanto Ana quite el dedo de sabediosquésitio de l'appareil de photo./Ana ...siempre tan bella... Bicos, muchos, muchos bicos. Mum.

Álvaro dijo...

jajajaj qué historia truculenta.. menos mal que no ha tenido un mal final. 11 euros por una buena anécdocta.

Quiero ver filipinas y tu nuevo corte de pelo!!

Anónimo dijo...

¡Qué pasa, estamos vagos o qué!