Hemos estado dos increíbles días en Tokio.
El primero vimos millones de cosas, lo típico de la ciudad, Shibuya con su ajetreo, el palacio Imperial desde fuera y sus jardines, la zona de tecnología, el centro económico…
Hicimos una paradita estilo mochilero-sin-un-duro en una tienda tipo Corte Inglés del barrio de Ginza, porque habíamos leído que se puede comer gratis, ya que en los mostradores te dan a probar un poco de las cosas que venden. Lamentablemente para nuestras barriguillas hambrientas, esto no era del todo así y sólo pudimos probar algunas cosas, eso sí, fuimos depurando nuestra técnica, en los primeros no nos atrevíamos a picar mucho, no fuese a ser que se notase que sólo habíamos ido a comer y no teníamos la más mínima intención de comprar, pero conforme pasamos de uno a otro, poníamos la mejor de nuestras sonrisas y probábamos de todo lo que hubiese (algunas cosas habría sido mejor no probarlas jaja!), así que, aunque no comimos de verdad ,conseguimos quitarnos la gusilla y aguantar hasta la hora de cenar.
Después nos fuimos al barrio de las tiendas de tecnología y… yo lo siento por la calle pez de Madrid, pero en comparación es un callejón de pueblo… Qué de luces, sonidos, gente por la calle y vendedores con micrófonos incitándote a comprar!!…qué pasada!! Hay incluso un edificio entero que sólo vende USBs y una de sus plantas está enteramente dedicada a USBs de Hello Kitt.
Cuando por fin nos encontramos con Alan y fuimos a un típico Ramen-bar (los cocineros están en el medio y la gente se sienta a comer en la barra en taburetes alrededor). Gracias a Dios nos pusimos las botas con sendas sopas udon baratillas y deliciosas, y una especie de raviolis gigantes de carne con verduras, no me acuerdo del nombre porque no fui capaz de pronunciarlo.
El día siguiente fue un tanto caótico, a Alan le dijeron en el trabajo que tenía que irse un par de días a Hong Kong a unas reuniones, así que cómo no podíamos quedarnos más en su casa, decidimos dormir en un Hotel Cápsula, de esos en los que parece que duermes en una de las tumbas de pared de un cementerio jajaj! que no! más bien se parece a un camarote muy reducido de una nave espacial, con tele y todas las comodidades que puede haber en 2 m². Peeeeeeeeeero…nuestro gozo en un pozo! Resulta que en todos los que preguntamos sólo aceptaban a hombres, mira tú que bien. Así que,l tras llamar a un par de albergues juveniles sin éxito, y con la mente en la recomendación de dormir en un “Love Hotel” (ver abajo) que nos dio un amigo de Sebastian, decidimos dedicarnos a disfrutar del día y pensar en ello más tarde. Nos fuimos al barrio de Shinjuku, una de las áreas con los rascacielos más altos, donde está el  edificio ….del Gobierno, desde el que se puede disfrutar gratis de unas vistas increíbles de la ciudad y de los rascacielos del barrio. Ah! algo que me sorprende también muchísimo es la arquitectura de la ciudad, qué de rascacielos gigantes! (nota: nunca he estado en Nueva York), rascacielos al lado de casitas enanas y templos escondidos entre torres inmensas…
Después nos dimos un paseo por el barrio tradicional de Ueno y yo me quedé en un internet café a trabajar en mi master, mientras Sebastian daba un paseo y buscaba algún sitio baratillo dónde cenar y dormir. Mi trabajo duró más de lo esperado, nos fuimos corriendo a cenar a un restaurante Kaiten-Sushi, de esos en los que los maestro están en el medio preparando los platos y los van dejando en una cinta transportadora, para que cada uno coja lo que quiera y luego se paga por platos. Los maestros se partían con nosotros cuando les decíamos que estaba muy rico y el resto de la clientela hacia bromas, que yo por supuesto no entendía pero Sebastian decía que eran bien intencionadas, habrá que creerle ;)
Una vez bien cenaditos y tras otroi paseíto nos fuimos en busca de nuestro alojamiento, un bonito y barato “Love Hotel” en el barrio de Uguisudani. Resulta que cómo los japoneses suelen vivir todos en familia en la misma casa y que además esta suele tener las paredes de papel, no tienen intimidad para según qué cosas, suelen ir a estos pequeños hoteles y pagar una habitación por unas horas, pero también te puedes quedar la noche entera. A mí me sonó a putis que no veas, pero por lo visto es de lo más normal. Yo vi allí a gente de todo tipo. En todos, según entras, hay un panel con fotos de las habitaciones y sus precios, las fotos iluminadas son de las habitaciones libres y las apagadas de las ocupadas, hay un botón debajo de cada foto y hay que apretar el de la que te gusta e ir a pagar al mostrador. Tras entrar en cada hotelillo de la calle (en algunos hasta dos veces) para ver la habitación que más nos convencía en relación calidad/precio (las mujeres de la calle ya nos saludaban al vernos pasar de nuevo) por fin elegimos una. Había oído hablar de ellos pero la verdad es que no me esperaba lo que nos encontramos. Una habitación pequeña pero espaciosa, equipada con todo, nevera, microondas, pantalla plana con Karaoke y micrófonos, calentador de agua, máquina de bebidas, una cama enorme con un cuadro de luces y música a elegir, un baño  típico japonés de esos que salen en los dibujos, con una bañera gigante en la que puedes tirar el agua por fuera sin problema porque toda la habitación es parte de la ducha, en la que tienes un banquito para lavarte bien, con geles, champús, crema hidratante etc… zapatillas y kimonos, café y té, aperitivos y preservativos ¿qué más se puede pedir? ;)
La ciudad
sábado, 30 de mayo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

3 comentarios:
¡Qué alegría! al fin noticias y cuentos. Me voy corriendo aleer. Bicos, Mum.
love hotel?? mmmm a lo mejor es una idea interesante para exportar.. !
-aunq lo has descrito primoroso, me lo imagino lleno de jetazos :-)
ah!, es la calle barquillo, no pez!
Publicar un comentario